Las
misteriosas profecías mayas
¿Apocalipsis o nuevo amanecer?
A medida que nos acercamos al
viernes 21 de diciembre, día en el que los mayas situaron el fin del mundo de
un modo ambiguo, la incertidumbre se esparce por toda la tierra. “El mundo de odio
y materialismo terminará y con ello el final del miedo. En este día la
humanidad se tendrá que decidir entre desaparecer como especie pensante que
amenaza con destruir el planeta, o evolucionar hacia la integración armónica
con todo el universo”, explican los expertos en la cultura maya.
Según el experto Alfonso Arellano,
de la Universidad Nacional Autónoma de México, el mundo no terminará el 21 de
diciembre como auguran los círculos esotéricos, aunque ese día habrá una
conjunción planetaria nunca vista por una civilización desarrollada como la
nuestra.
Arellano explica que en esa fecha
concluye el actual ciclo cósmico y que las profecías lo único que prevén es que
el dios Bolon Yokte bajará del cielo, coincidiendo con la conjunción Marte,
Júpiter y Saturno, y “se verá una estrella, pero nada más. El mundo seguirá.”
Los mayas estudiaron las relaciones
con la geometría sagrada y las frecuencias galácticas con medidas precisas.
Ellos dedujeron los ciclos de los planetas con una precisión asombrosa; datos
que recién hace pocos años pudo comprobar la NASA.
Un
amanecer particular
El 21 de
diciembre es señalado en el calendario maya como el año del cierre de un ciclo
de 26 mil años, tiempo que equivale a un día galáctico. Los mayas sabían que el
sol no era el centro del universo y que el espacio era infinito, o por lo menos
inabarcable. Un dato para hacerse una idea: el diámetro de nuestra galaxia es
de cien mil años luz. ¿Qué pasará el viernes 21? Los mayas no plantean el
Apocalipsis, sino que proponen enfocarnos y estar en armonía para esas fechas
(21, 22 y 23), más allá de lo que ocurra. Para los mayas era el nacimiento de
un nuevo amanecer.
Pero antes del amanecer, se irá
preparando el terreno como un proceso de la humanidad, una energía proveniente
de la vibración del universo que hará más espeso lo denso y más delicado lo
sutil. Allí es donde está la posibilidad de ir hacia el refinamiento de la
conciencia y trascender nuestra actualidad.
La tierra gira alrededor del sol y
el sol gira alrededor de las pléyades y éstas, a su vez, alrededor del centro
de la galaxia. Los mayas lo que habían predicho es que los planetas y el centro
de la galaxia van a ponerse en línea en esa fecha. Esta apertura hacia el
centro de la galaxia durará miles de años y traerá enormes posibilidades de
iluminación. Esto lo pensaban pues la tierra ya no estará expuesta solamente al
sol, sino que a partir del viernes también lo estará al centro de la galaxia.
Según algunas interpretaciones, las
condiciones cambiarán radicalmente. Puede ser algo maravilloso, pero también lo
opuesto: la oscuridad. El cambio, en todo caso, no será de un día para el otro.
Los especialistas afirman que la galaxia, como ser vivo, pulsa un latido que
produce cada 5.200 años, que emana rayos desde el centro que sincronizan todo
el universo. Ese va a ser el efecto concreto, puntual, pero el ser humano va a
demorarse en sentirlo. Algunos conservarán el poder, pero esta purificación,
tendrá un efecto a largo plazo y muchos quedarán en el camino.
Parece
sacado de un noticiero
Las profecías mayas, en muchos casos parecen
reflejar el presente. Ellos pronosticaron que una ola de calor aumentará la
temperatura del planeta, produciendo cambios climáticos, geológicos y sociales
en una magnitud sin precedentes y a una velocidad asombrosa.
El aumento de la temperatura, según la
profecía, se daría por la falta de armonía entre el hombre y la naturaleza. A
consecuencia de este aumento de temperatura, se derretirían los polos generando
inundaciones y desastres en muchas partes del planeta.
Sin embargo no es todo tan negativo. Los mayas
auguraron que los sistemas basados en el miedo se transformarán simultáneamente
con el planeta y el hombre, para dar paso a una nueva realidad. El hombre
depredador desaparecerá. Los sistemas fallarán para enfrentarlo consigo mismo y
hacerle ver la necesidad de cambiar la sociedad y evolucionar.
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